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Para preguntas médicas, le animamos a revisar su información con su médico.
Un factor de riesgo es todo aquello que aumenta su riesgo de padecer una enfermedad, como el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Algunos factores de riesgo, como el fumar y la exposición excesiva a la luz solar, se pueden controlar. Otros factores, como su edad o sus antecedentes familiares, no se pueden cambiar.
Presentar uno, o incluso muchos de los factores de riesgo no significa que usted padecerá melanoma. Muchas personas con factores de riesgo nunca padecen melanoma. Además, algunas personas que llegan a padecer cáncer puede que tengan pocos o que no presenten factores de riesgo conocidos.
Aun así, resulta importante informarse sobre los factores de riesgo para el melanoma, ya que podrían haber medidas que usted puede tomar para reducir el riesgo de padecerlo. Si usted presenta un mayor riesgo debido a ciertos factores, también hay medidas que puede tomar para ayudar a descubrir el cáncer temprano, cuando es probable que sea más fácil de tratar.
Hay varios factores de riesgo que pueden hacer que una persona tenga más probabilidades de padecer melanoma.
La exposición a los rayos ultravioleta (UV) es el factor de riesgo principal para la mayoría de los melanomas. La luz solar es la fuente principal de la radiación ultravioleta. Las lámparas solares y las camas bronceadoras también son fuentes de radiación ultravioleta.
Aunque los rayos UV representan sólo una pequeña porción de los rayos del sol, son los principales causantes de daño solar en la piel. Los rayos UV dañan el ADN (genes) dentro de las células de la piel. Los cánceres de piel pueden comenzar cuando este daño afecta el ADN de los genes que controlan el crecimiento de las células de la piel.
El patrón y el momento de la exposición a la luz ultravioleta podría desempeñar un papel en el desarrollo del melanoma. Por ejemplo, el melanoma en el tronco (pecho y espalda) y las piernas ha sido vinculado a las quemaduras de sol frecuentes (especialmente en la niñez). Esto también podría tener algo que ver con el hecho de que estas áreas no están constantemente expuestas a la luz UV. Algunos estudios indican que los melanomas que se originan en estas áreas son diferentes a aquellos que comienzan en el rostro, el cuello y los brazos, donde la exposición al sol es más constante. Asimismo, cualquiera de estos melanomas es diferente a los que se originan en las palmas de las manos, las plantas de los pies, debajo de las uñas (conocidos como melanomas lentiginosos acrales) o en las superficies internas, como lo son la boca y la vagina (melanomas mucosos), a donde ha habido poca o ninguna exposición solar.
Para conocer más sobre los efectos de los rayos UV en la piel y lo que puede hacer para protegerse y proteger a sus seres queridos, consulte ¿Cómo me protejo de los rayos ultravioleta (UV)?
Un lunar (también conocido como nevus o nevo) es un tumor pigmentado benigno (no canceroso). Por lo general, los lunares no están presentes en los bebés al momento de nacer, sino que empiezan a aparecer en la infancia y cuando las personas llegan a ser adultos jóvenes.
Tener muchos lunares: la mayoría de los lunares nunca causará ningún problema, aunque una persona que tiene muchos lunares es más propensa a padecer melanoma.
Lunares atípicos (nevos displásicos): estos lunares se parecen ligeramente a los lunares normales, pero también tienen algunas características del melanoma. Estos suelen ser más grandes que otros lunares, y presentan una forma o color anormal Para obtener descripciones del aspecto de los lunares y los melanomas, consulte Signos y síntomas del cáncer de piel tipo melanoma. Los lunares pueden aparecer en la piel expuesta a la luz solar, así como en la piel que por lo general está cubierta, tal como en los glúteos o el cuero cabelludo.
Con frecuencia, los nevos displásicos son hereditarios. Un pequeño porcentaje de lunares displásicos puede convertirse en melanomas. Sin embargo, la mayoría de los lunares displásicos nunca se vuelven cancerosos, y muchos melanomas parecen originarse sin un lunar displásico preexistente.
Síndrome del nevo displásico (síndrome de lunar atípico): las personas con esta afección hereditaria tienen muchos lunares displásicos. Si al menos un pariente cercano ha tenido melanoma, esta afección se conoce como síndrome del melanoma de nevo múltiple atípico familiar y síndrome del melanoma, o FAMMM.
Las personas con esta afección tienen un riesgo muy alto de por vida de padecer un melanoma, por lo que necesitan exámenes muy minuciosos y regulares de la piel realizados por un dermatólogo (un médico especialista en problemas de la piel). A veces, se toman fotografías de cuerpo entero que ayudan al médico a reconocer si los lunares están cambiando y creciendo. Muchos médicos recomiendan que también se debe enseñar a los pacientes a practicar cada mes autoexámenes de la piel.
Nevos melanocíticos congénitos: los lunares que están presentes en el momento de nacer se llaman nevos melanocíticos congénitos. El riesgo de que un melanoma se desarrolle en nevos melanocíticos congénitos en el transcurso de la vida se estima en alrededor de 0 a 5%, dependiendo del tamaño del nevo. Las personas con nevos congénitos muy grandes tienen un mayor riesgo de melanoma, mientras que este riesgo es menor para las que tienen nevos pequeños. Por ejemplo, en nevos congénitos más pequeños que la palma de la mano el riesgo de melanoma es muy bajo, mientras que los que cubren porciones más grandes de la espalda y los glúteos (“nevo en calzón de baño”) tienen riesgos significativamente más elevados.
Los nevos congénitos a veces son extirpados quirúrgicamente para que no tengan la oportunidad de convertirse en cáncer. La recomendación del médico de extirpar o no un nevo congénito depende de varios factores que incluyen tamaño, ubicación y color del nevo. Muchos médicos recomiendan que los nevos congénitos que no son extirpados deben ser examinados regularmente por un dermatólogo y se debe enseñar al paciente a cómo practicar autoexámenes mensuales de la piel.
De nuevo, la probabilidad de que un lunar en particular se convierta en cáncer es muy baja. No obstante, cualquier persona con muchos lunares irregulares o que tenga lunares grandes tiene un mayor riesgo de desarrollar melanoma.
El riesgo de padecer melanoma es mucho mayor en las personas de raza blanca que en las personas de raza negra. Las personas de raza blanca con cabello rubio o pelirrojo que tienen ojos azules o verdes, o de piel muy blanca, que se queman o se llenan de pecas con facilidad, están bajo un mayor riesgo.
Su riesgo de padecer melanoma es mayor si uno o más familiares de primer grado (madre, padre, hermano/a, hijo/a) han tenido melanoma. Aproximadamente 10% de todas las personas con melanoma tienen antecedentes familiares de esta enfermedad.
El aumento en el riesgo pudiera deberse a que compartieron un estilo de vida de exposición frecuente al sol en la familia, una familia de piel muy blanca, ciertos cambios genéticos (mutaciones) que son más frecuentes en una familia, o una combinación de estos factores.
La mayoría de los expertos no recomienda que las personas con un historial familiar de melanoma se sometan a pruebas genéticas para identificar mutaciones que pudieran aumentar el riesgo, ya que aún no está claro cuán útil esto pudiese ser. Más bien, los expertos recomiendan que estas personas hagan lo siguiente:
Una persona que ha padecido melanoma tiene un mayor riesgo de padecer melanoma nuevamente. Las personas que han tenido cáncer de piel de células basales o escamosas también están en mayor riesgo de padecer melanoma.
El sistema inmunitario de una persona ayuda a combatir los cánceres de piel y de otros órganos. Las personas con sistemas inmunitarios debilitados (debido a ciertas enfermedades o tratamientos médicos) tienen más probabilidades de padecer muchos tipos de cáncer de piel, incluyendo melanoma.
Por ejemplo, a las personas que reciben un trasplante de órgano generalmente se les administran medicamentos que debilitan su sistema inmunitario, a fin de ayudar a prevenir que rechace el nuevo órgano. Esto aumenta su riesgo de padecer melanoma.
Las personas infectadas con VIH, el virus que causa el SIDA, a menudo tienen sistemas inmunitarios debilitados y también están en mayor riesgo de padecer melanoma.
El melanoma es más probable que se presente en personas de edad avanzada, aunque también afecta a personas más jóvenes. De hecho, el melanoma es uno de los cánceres más comunes en las personas que tienen menos de 30 años de edad (especialmente en mujeres jóvenes). El melanoma que tiende a darse entre las personas de una misma familia puede presentarse a una edad más temprana.
En los Estados Unidos, los hombres tienen una tasa mayor de melanoma que las mujeres, aunque esto varía según la edad. Antes de los 50 años, el riesgo es mayor para las mujeres; después de los 50, el riesgo es mayor para los hombres.
El xeroderma pigmentoso (XP) es un padecimiento hereditario que afecta la capacidad de las células de la piel de reparar el daño causado a su ADN. Las personas con XP tienen un alto riesgo de melanoma y otros cánceres de piel cuando son jóvenes, especialmente en áreas de la piel que han sido expuestas al sol.
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Mitchell TC, Karakousis G, Schuchter L. Chapter 66: Melanoma. In: Niederhuber JE, Armitage JO, Doroshow JH, Kastan MB, Tepper JE, eds. Abeloff’s Clinical Oncology. 6th ed. Philadelphia, Pa: Elsevier; 2020.
Ribas A, Read P, Slingluff CL. Chapter 92: Cutaneous Melanoma. In: DeVita VT, Lawrence TS, Rosenberg SA, eds. DeVita, Hellman, and Rosenberg’s Cancer: Principles and Practice of Oncology. 11th ed. Philadelphia, Pa: Lippincott Williams & Wilkins; 2019.
Actualización más reciente: agosto 14, 2019
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