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Tumores de encéfalo y de médula espinal en adultos
En los tumores de encéfalo y de médula espinal, la cirugía se puede hacer para:
Antes de la cirugía, asegúrese de entender cuál es el objetivo de la cirugía, así como los posibles beneficios y riesgos.
Con frecuencia, el primer paso en el tratamiento de un tumor encefálico o de médula espinal consiste en que el neurocirujano extirpe tanto tumor como sea seguro sin afectar la función normal del encéfalo.
La cirugía sola o combinada con radioterapia puede controlar o curar muchos tipos de tumores, incluyendo algunos astrocitomas, ependimomas, craneofaringiomas, gangliogliomas y meningiomas de bajo grado.
Los tumores que tienden a propagarse ampliamente en el tejido encefálico o de médula espinal adyacente, como los astrocitomas anaplásicos o los glioblastomas no se pueden curar con cirugía. Sin embargo, a menudo se hace primero la cirugía para reducir la cantidad de tumor que necesita ser tratado con radiación o quimioterapia, lo que podría ayudar a que estos tratamientos sean más eficaces. Esto podría ayudar a prolongar la vida de la persona, aunque no se pueda extirpar todo el tumor.
La cirugía también se puede hacer para ayudar a aliviar algunos de los síntomas causados por los tumores encefálicos, particularmente aquellos causados por una acumulación de presión en el cráneo. Estos síntomas incluyen dolor de cabeza, náuseas, vómitos y visión borrosa. Además puede que la cirugía permita que sea más fácil controlar las convulsiones con medicinas.
Puede que la cirugía para extraer el tumor no sea una buena opción en algunas situaciones, como si el tumor está profundo dentro del encéfalo, si se encuentra en una parte del encéfalo que no se puede extirpar (como el tronco encefálico), o si una persona no puede someterse a una intervención quirúrgica mayor debido a otras razones de salud.
Además, la cirugía no resulta ser muy eficaz para tratar ciertos tipos de tumores encefálicos, como los linfomas, aunque se puede emplear con el fin de obtener una muestra de biopsia para hacer el diagnóstico.
Una craneotomía es una abertura quirúrgica hecha en el cráneo. Este método se usa con más frecuencia como tratamiento quirúrgico para los tumores de encéfalo. La persona puede estar bajo anestesia general (en sueño profundo) o puede estar despierta al menos durante parte del procedimiento (con el área de la cirugía adormecida) si la función del encéfalo necesita ser evaluada durante la operación.
Es posible que se afeite parte de la cabeza antes de la cirugía. Primero, el neurocirujano hace un corte en el cuero cabelludo y sobre el cráneo cerca del tumor, y retrae la piel. Se usa un tipo especial de taladro para remover la porción del cráneo que está sobre el tumor.
Normalmente, la abertura es lo suficientemente grande como para que el cirujano inserte varios instrumentos y observe las partes del encéfalo que se necesitan para operar con seguridad. Es posible que el cirujano necesite hacer un corte en el encéfalo en sí para alcanzar el tumor. Puede que el cirujano use estudios MRI o CT antes de la cirugía (o podría usar una ecografía una vez que el cráneo se haya abierto) para ayudar a localizar el tumor y sus bordes.
El cirujano puede extirpar el tumor de diferentes maneras dependiendo de cuán duro o blando sea, y si contiene muchos o pocos vasos sanguíneos:
Muchos dispositivos pueden ayudar al cirujano a observar el tumor y el tejido encefálico que lo rodea. El cirujano a menudo opera mientras observa el encéfalo a través de un microscopio especial. Se puede hacer una MRI o una CT antes de la cirugía (o se podría usar una ecografía una vez que el cráneo se haya abierto) para trazar un mapa del área de los tumores que se encuentran en lo profundo del encéfalo. En algunos casos, el cirujano usa imágenes intraoperatorias, en las que se toman imágenes de MRI (u otras) en diferentes ocasiones durante la operación para mostrar la localización de cualquier tumor remanente. Esto puede permitir que algunos tumores encefálicos se puedan remover extensamente con más seguridad.
Se extrae la mayor cantidad posible de tumor tratando de no afectar las funciones del encéfalo. El cirujano puede usar diferentes técnicas para reducir el riesgo de remover partes vitales del encéfalo, tales como:
Una vez que la cirugía se finaliza, la porción de hueso del cráneo se coloca nuevamente en su sitio y se asegura con tornillos y placas de metal, alambres o puntadas especiales. (Por lo general, cualquier fragmento de metal está hecho de titanio, lo que permite a una persona hacerse una MRI de seguimiento [y no activará los detectores de metales]).
Puede que usted tenga un pequeño tubo o canal de drenaje que salga de la incisión para que el exceso de líquido cefalorraquídeo (CSF) salga del cráneo. Se pueden colocar otros canales de drenaje para que la sangre que se acumula después de la cirugía pueda salir por debajo del cuero cabelludo. Por lo general, estos canales de drenaje se remueven después de varios días. Un estudio por imagen, como una MRI o una CT, usualmente se hace de 1 a 3 días después de la operación para confirmar la cantidad de tumor extirpada. El tiempo de recuperación en el hospital es generalmente de 4 a 6 días, aunque esto depende del tamaño y la localización del tumor, la salud general del paciente, y si se administraron otros tratamientos. La cicatrización alrededor del área de la cirugía generalmente toma varias semanas.
Si un tumor bloquea el flujo de líquido cefalorraquídeo (CSF), puede aumentar la presión dentro del cráneo (conocido como aumento de la presión intracraneal, o ICP, por sus siglas en inglés). Esto puede causar síntomas, como dolor de cabeza, náuseas, y somnolencia e incluso puede ser fatal. La cirugía para extirpar el tumor a menudo puede ayudar con este bloqueo, pero también hay otras maneras de drenar el exceso de CSF y reducir la presión si es necesario.
Por ejemplo, el neurocirujano puede colocar un tubo de silicona llamado "shunt" o derivación (a veces conocido como una derivación ventriculoperitoneal o VP). Un extremo del tubo se coloca en el ventrículo del encéfalo (un área llena de líquido cefalorraquídeo), y el otro extremo en el abdomen o, con menos frecuencia, en el corazón (y entonces se le llamaría derivación ventriculoauricular ). El tubo pasa por debajo de la piel del cuello y el pecho. El flujo de líquido cefalorraquídeo se controla mediante una válvula colocada a lo largo del tubo.
Los “shunts” pueden ser permanentes o temporales. Se pueden colocar antes o después de la cirugía para remover el tumor. La colocación de un “shunt” normalmente toma alrededor de una hora. Al igual que con cualquier operación, se pueden presentar complicaciones, como sangrado o infección. También es posible que ocurran accidentes cerebrovasculares. Algunas veces las derivaciones se tapan y deben reemplazarse. La estadía en el hospital después de los procedimientos de una derivación es típicamente de 1 a 3 días dependiendo de la razón por la que fue colocada y de la salud general del paciente.
Otra opción para tratar el aumento de la presión en el cráneo en algunos casos es una tritoventriculostomía endoscópica (ETV). En esta operación, se hace una abertura en el suelo del tercer ventrículo en la base del encéfalo para permitir que el CSF vuelva a fluir. Esta operación se realiza a través de un pequeño agujero en la parte frontal del cráneo. Una ventaja de este abordaje es que no requiere una derivación. Pero también existe la probabilidad de que la abertura hecha en el ventrículo pueda cerrarse de nuevo, lo que es más probable en personas con tumores encefálicos.
Si la presión dentro de la cabeza necesita ser aliviada por un corto tiempo, se podría hacer un drenaje ventricular externo (EVE) para permitir que el exceso de CSF drene. El drenaje es un tubo pequeño. Un extremo se coloca en un ventrículo, y el otro extremo se une a una bolsa de recolección fuera del cuerpo. Además de recoger el exceso de CSF, el drenaje también se puede utilizar para medir la presión dentro del cráneo, así como para detectar células tumorales, sangre o signos de infección en el CSF.
El drenaje se puede colocar durante la cirugía o durante un procedimiento junto a la cama del paciente. Se puede colocar para aliviar la presión en los días previos a la cirugía, o para ayudar a drenar el líquido que se acumula después de una operación. Si la presión dentro del cráneo necesita ser reducida por más de unos días, el médico podría necesitar cambiar esto a una derivación VP.
También se puede realizar una cirugía para insertar un catéter de acceso ventricular, como un reservorio de Ommaya, para ayudar a administrar quimioterapia directamente en el líquido cefalorraquídeo (CSF). Se hace una incisión (corte) pequeña en el cuero cabelludo y se taladra un orificio pequeño en el cráneo. Luego se inserta un tubo flexible a través del orificio hasta que el extremo abierto del tubo se encuentra en un ventrículo, donde se alcanza el CSF. El otro extremo, el cual tiene un reservorio en forma de cúpula, permanece justo debajo del cuero cabelludo. Después de la operación, los médicos y las enfermeras pueden usar una aguja delgada para administrar medicamentos de quimioterapia a través del reservorio o para remover el CSF del ventrículo con el fin de realizar pruebas.
La cirugía en el encéfalo o la médula espinal es una operación mayor, y los cirujanos la realizan con mucho cuidado para tratar de limitar cualquier problema durante la cirugía o después de ella. Las complicaciones durante o después de cualquier tipo de cirugía pueden incluir sangrado, infecciones o reacciones a la anestesia, aunque estas no son comunes.
La hinchazón del encéfalo después de la cirugía es especialmente preocupante. Por lo general, se administran medicamentos llamados corticoesteroides antes de la cirugía y varios días después para ayudar a disminuir este riesgo.
Las convulsiones también son posibles después de la cirugía en el encéfalo. Los medicamentos anticonvulsivos pueden ayudar a reducir este riesgo, aunque es posible que no prevengan las convulsiones por completo.
Al remover los tumores encefálicos, una de las mayores preocupaciones consiste en la posibilidad de perder más adelante la función del encéfalo. Por esta razón, los médicos tienen mucho cuidado de remover solo tanto tejido como sea posible sin correr mayor peligro. Si surgen problemas, podría ser justo después de la cirugía, o podría ser días o incluso semanas más tarde. Por lo tanto, resulta muy importante prestar mucha atención a cualquier cambio (consulte Vida después del tratamiento de un tumor de encéfalo o de médula espinal).
Para más información general sobre cirugía como tratamiento para el cáncer, consulte Cirugía del cáncer.
Para información sobre algunos de los efectos secundarios incluidos en este artículo, y cómo tratarlos, consulte Control de efectos secundarios relacionados con el cáncer.
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Chang SM, Mehta MP, Vogelbaum MA, Taylor MD, Ahluwalia MS. Chapter 97: Neoplasms of the central nervous system. In: DeVita VT, Lawrence TS, Rosenberg SA, eds. DeVita, Hellman, and Rosenberg’s Cancer: Principles and Practice of Oncology. 10th ed. Philadelphia, Pa: Lippincott Williams & Wilkins; 2015.
Dorsey JF, Hollander AB, Alonso-Basanta M, et al. Chapter 66: Cancer of the central nervous system. In: Abeloff MD, Armitage JO, Niederhuber JE. Kastan MB, McKenna WG, eds. Abeloff’s Clinical Oncology. 5th ed. Philadelphia, Pa: Elsevier; 2014.
National Comprehensive Cancer Network. NCCN Clinical Practice Guidelines in Oncology: Central Nervous System Cancers. V.1.2017. Accessed at www.nccn.org/professionals/physician_gls/pdf/cns.pdf on September 20, 2017.
Actualización más reciente: mayo 5, 2020
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